No Soy
(Reseña)
Hace mucho mucho tiempo que no asistía a un evento musical
público, en gran parte debido a mi ocupado tiempo como mamá primeriza, lo cual
hace todavía más significativa la agradable sorpresa que me llevé hoy al
conocer la música del grupo mexicano “No soy” en la Fonoteca Nacional. Vayamos
por partes… ¿qué es lo que me ha llamado tanto la atención de esta –no tan
nueva- banda musical del DF?
En primera, el rescate que “No Soy” hace del vibráfono; como
que estamos demasiado acostumbrados a asociar el sonido del vibráfono con el “jazz
de elevador”, pero “No soy” propone algo distinto: que este instrumento sea detonante
de improvisaciones divertidas y que de la mano de él, recorramos caminos musicales
antes no conocidos.
En segunda, que los integrantes de la banda se tomen el
tiempo de jugar con sus instrumentos para crear improvisaciones acompañadas de
sonidos electrónicos, pero que éstas nos inviten casi sin darnos cuenta a abrir
las puertas de la percepción y a escuchar la música de diferentes maneras. En
pocas palabras, que la música de “No soy” nos invite a aprender a escuchar.
Tercera y última: “No soy” yo, sino mi hijo de casi dos
años, quien me confirmó que la propuesta sin pretensiones de “No Soy” fue
también de su agrado: aplaudió al final de cada rola, y dedicó toda, toda, su
atención (considérese que es un infante de casi dos años de edad con una
cantidad de energía física cuasi infinita, al que le gusta explorar el mundo
constantemente) a los cuatro integrantes de la banda que estaban en el
escenario… Por cierto, ¿podrían por favor venir a mi casa y tocar unas rolitas
cuando mi hijo esté muy inquieto? Gracias.
Paréntesis: La
palabra corolario hace referencia a
una consecuencia tan evidente, que no necesita demostración.
Corolario:
No soy, somos. Porque todos fuimos responsables de eso tan agradable, bueno, y sin pretensiones, que se vivió hoy al
mediodía en la fonoteca.