No sé si a ustedes se les hace raro, pero a mí sí... y mucho. Por aquí y por allá, en todos los foros donde las personalidades de la política han opinado sobre el conflicto post-electoral en el que estamos enfrascados, circula una visión crítica sobre las recientes acciones de AMLO. Se le critica por promover la desconfianza hacia "nuestras instituciones" electorales. Se le descalifica por haber presentado impugnaciones "a medias", acusaciones que al final fueron aclaradas sin necesidad de un juicio, y en donde se demostró que él no tuvo la razón. Con base en estas -dirían los más acérrimos críticos- acusaciones, se le ha tachado de gruñón, caprichoso, autoritario, y hasta dictador. Y sin embargo, ninguno de sus críticos -que yo sepa- se remiten a las pruebas que la Coalición (y él mismo en varias entrevistas) ha presentado una y otra vez acerca de las irregularidades en la "recolección" y el cómputo de los resultados casilla por casilla durante los conteos del PREP y, posteriormente, del 5 de julio.
Con qué facilidad puede pasar uno del respeto y la admiración a la desconfianza y al odio.
Aunque todavía no me lo explico, creo que la información sesgada que nos recetan los medios día con día puede ser el principal responsable de esta sorpresiva vuelta en las reacciones de la gente. Pero lo que más me intriga es que fuera de los análisis "matemáticos" acerca del comportamiento de los resultados durante los conteos, y mas bien, frente a las irregularidades contenidas en las actas:
¿con qué tamaño de verguenza nuestros políticos (y otros críticos) se llenan la
boca diciendo que el IFE es respetable, que las elecciones fueron limpias, y que
no hay duda de los resultados del proceso electoral?
boca diciendo que el IFE es respetable, que las elecciones fueron limpias, y que
no hay duda de los resultados del proceso electoral?
Esto sólo me confirma, una vez más, que nuestros políticos (y otros críticos) o no leen los periódicos, o hacen caso omiso de los hechos (posiblemente, los dos). En ambos casos, me da una profundísima pena considerar que en el peor de los mundos (ver mi post anterior), lo seguirán haciendo. Lo cual nos impone un reto grandísimo si queremos documentar el sexenio de un presidente "sucio", ya que es probable que también hagan caso omiso de nuestra labor documental...
¡Qué triste!
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