Desde que tengo memoria, el 5 de febrero es día que no se trabaja y no se va a la escuela. Anteayer celebramos la creación de un documento oficial de gobierno que aparentemente dicta cómo debemos comportarnos (nosotros y las instituciones oficiales) para vivir “a gusto”.
Celebramos la creación oficial, “constitucional”, de una dependencia del gobierno federal que se dedicará a atender al expresidente Vicente Fox; es una dependencia nueva, da empleo a cerca de 100 personas (¿qué hacen tantas personas para uno solo expresidente?), y gasta millones de pesos. Junto a eso, celebramos que una ojeada más al centro histórico de la ciudad de México escupe niños desnutridos, personas sin casa, sin comida, y sin posibilidades de comprar un kilo de tortilla… Celebramos también el alza de precios a los productos de consumo básico: la tortilla, la leche, el jitomate… caray! Es constitucional, ¿o no?
Celebramos que RTC no permita que se transmitan algunos programas de partidos políticos: los del PRD, en donde López Obrador toma posesión como presidente legítimo. ¿por qué no lo permite? Pues porque el Estado, aquel ente invisible, inodoro e insípido, tiene una constitución desde 1917 en donde se garantiza la libertad de expresión… Celebramos la libertad de expresión de Gerardo Fernández Noroña, a quien un grupo de monigotes del estado mayor presidencial apañó por expresar su opinión afuera del Palacio Nacional… él estaba ejerciendo un derecho constitucional.
Celebramos que los magistrados del tribunal superior de justicia, aquella institución tan constitucional, pongan en duda la violación a los derechos humanos que nos asaltó ojos y oídos en mayo del 2006, por lo de Atenco. Celebramos que esos mismos magistrados ayer justificaron sus decisiones en aquel documento de 1917 (¿en dónde dice que se debe poner en duda el testimonio de mujeres violadas, hombres golpeados con saña, personas torturadas, a quienes se les negó la atención médica, y que fueron tratadas indecente e inhumanamente?)
Celebramos la desigualdad social y económica, los bonos sexenales a los consejeros del IFE –muy constitucionales-, junto al mísero incremento del salario mínimo que no alcanza para ganarle el paso al alza de la tortilla. ¿Está en la Constitución promover y mantener la desigualdad social?
Celebramos el constitucionalísimo sueldo de los magistrados (4 veces más que el del presidente, pero eso sí, están ahí para servirnos, para dejar que se cometan más violaciones a los derechos humanos en Oaxaca o en el próximo Atenco que se asome por la ventana).
Celebramos un México "apegado a derecho", un México "constitucional", un México no para todos, no, sino única y exclusivamente para la clase política y para los empresarios.
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