Las campañas políticas, como los gobiernos, se caracterizan por convocar no sólo a los que simpatizan, sino también a los que disienten con ellos.
En campaña política en el DF, el equipo de Felipe Calderón (decir que fue su equipo, y no él, no lo libera de la responsabilidad) dio una probadita de lo que sería el gobierno de la pasión por México: a un grupo de personas que simpatizan con AMLO, y disienten de Calderón, se les desalojó del acto de campaña. ¿La razón? Estas personas llevaban su derecho a la libre expresión en vilo, blandiendo unas pancartas en donde le cuestionaban al candidato sus declaraciones acerca del uso de la fuerza pública sobre la sociedad (haciendo referencia a los eventos en San Salvador Atenco y a los comentarios de Calderón de que él no dudaría en usar esa misma fuerza que ahora es condenada hasta por la mismísima ONU). Según las informaciones, algunos miembros de la campaña del panista, se dieron el lujo de arrebatar las pancartas de las manos de estas personas y las destruyeron. No sólo eso, a otras personas que echaban porras a favor de AMLO y su campaña, estos miembros de la campaña panista respondieron lanzándoles botellas y palos...
¡botellas y palos, por favor!
¿Qué hay de la libertad de expresión durante la campaña, señor Calderón?
es más,
¿Qué va a ser de la libertad de expresión si usted llega a gobernar?
¿Qué hay de la libertad de expresión durante la campaña, señor Calderón?
es más,
¿Qué va a ser de la libertad de expresión si usted llega a gobernar?
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