Monday, September 24, 2007

Adiós a Marcel Marceau

"El silencio no tiene límites. Los límites los pone la palabra".

Thursday, September 20, 2007

Ventanas y verdades ocultas...












Entre la ventana enjabonada y la limpia, transcurre una revelación...


En este preciso momento, mientras escribo para mi proyecto, y mientras escribo para este espacio alterno, hay unos hombres limpiando las ventanas de mi cubículo. Hacen el ruido necesario, pero también platican entre ellos, y con una mujer a quien no puedo ver, pero que seguramente les está haciendo compañía. De pronto, escucho a la mujer gritando (entre risas) y diciéndole a uno de ellos: "¡ya deja de nalguearme!".

¿Debo tomarlo como un juego más "entre adultos" o no?

Unos segundos después, escucho (sin querer) la voz del hombre que está limpiando la ventana, quien dirigiéndose a la mujer dice: "ya deja de hacer escándalo, si no, mira que me quito el cinturón y vas a ver...".

Del dicho al hecho... hay mucho trecho, pero también, entre broma y broma... la verdad se asoma.

No cabe duda: vivo en un país indiscutiblemente machista.

Tuesday, September 18, 2007

Edificio de gobierno en Montreal, donde por cierto, me llamó la
atención el respeto que los conductores tienen por los peatones.


Esta mañana Carmen Aristegui platicó con una mujer (no recuerdo su cargo) sobre la entrada en vigor de la aplicación de "sanciones duras" a los conductores que cometan violaciones al actual reglamento de tránsito del DF. Hago hincapié en la conversación que sostuvieron porque me llamó la atención una de las opiniones que expresó... dijo que para ella, la manera en la que se conducen las cosas en la calle habla mucho de los modos de funcionar del sistema jurídico de una nación. Concuerdo con la relación calle<--->sistema jurídico: falta de respeto entre civiles y entre civiles y autoridades, elevados niveles de corrupción, egoísmo exaltado.

Pero yo quise extender esta reflexión más allá del sistema jurídico y llevarla hasta el sistema social... y creo que la relación se mantiene: el caos que se vive a diario en las calles es un reflejo de la manera como nos conducimos, no detrás de un volante, sino en las relaciones sociales diarias. Salimos a la calle e intercambiamos miradas o incluso palabras con un gran número de personas, así como manejamos lado a lado con cientos de vehículos cada día. Carecemos de un freno social para detenernos a considerar cuál es la mejor manera de preservar la fluidez del tráfico -o la fluidez de las relaciones sociales-. El ejemplo clásico:el conductor que va en el carril de la izquierda en una avenida (y que no planea dar vuelta próximamente), que cuando se encuentra con 4 ó 5 autos detenidos para dar vuelta a la izquierda, "avienta la lámina" hacia el carril de su derecha para librar el escollo y preservar la fluidez de su circulación. Sin embargo, en el intento ya provocó que la fluidez de la circulación sobre la avenida se entorpezca -o en el peor de los casos, que se detenga- para darle paso, pues los conductores que circulan por el carril que inminentemente está a punto de ser invadido se detienen, o bien emplean la táctica egoísta de invadir el carril que está a su derecha. ¿cómo se puede desarrollar ese freno que obliga al conductor a considerar, primero, que ha cometido un error por circular en el carril donde 2 de cada 4 autos dan vuelta a la izquierda, y segundo, que entonces debería esperar a que el carril a su derecha esté libre para entonces circular por ahí?

Bien, pues eso no se puede conseguir si no se desarrolla una voluntad por liberarse del conformismo que nos caracteriza como sociedad. Es el mismo conformismo que nos conduce, al cumplir una tarea, a realizarla "sólo por cumplir", sólo hasta donde hayamos alcanzado el objetivo planteado, sin cuestionar, modificar, ni extender los límites de la tarea asignada para mejorarla. Es, también, un poco de apatía, un poco de egoísmo y una pizca de indiferencia.

En el noticiario de Carmen Aristegui ya es muy común escuchar que tanto políticos como economistas, periodistas y demás personajes de la vida de México (algunos líderes de opinión, otros personajes que hasta ese momento vivían en el anonimato) hacen referencia a "lo que sucede en los países del primer mundo" para justificar medidas implementadas en el ámbito jurídico nacional. Se respira un cierto furor de ser "país civilizado", pero me parece que copiar los modos de reglamentación y las sanciones de otros países no nos llevará -por arte de magia- a ser un país civilizado. Para eso no sólo se necesitan reformas electorales, fiscales, de energía, de administración de seguridad social o seguridad pública. Para eso se requiere empezar desde cero, o casi. Se requiere una reforma social y educativa que sea capaz de inculcar eficientemente uno de los valores más básicos de la convivencia social: el respeto por la otra persona.

Friday, September 14, 2007

¿muy hombrecitos?


Un promocional del banco Santander Serfín anuncia la nueva tarjeta click de Mexicana, con la que todos podremos obtener descuentos al volar. Para llamar la atención a los beneficios (pero omitiendo todas las comisiones y demás trampas que los bancos ponen) que dicha tarjeta de plástico trae al incauto que la tiene, el comercial trata de un hombre que llama por teléfono a su amiga. La amiga no contesta, pero contesta una máquina que dice "por el momento no me encuentro, estoy en Huatulco, deja tu mensaje". El hombre llama otra, y otra y otra vez, y con cada vez, se topa con un mensaje que anuncia un destino turístico diferente. Finalmente contesta la amiga y el indignado hombre le pregunta "¡Ay! ¿qué, tienes un novio muy rico? Si siempre estás de vacaciones!" .

La idea general para promocionar la tarjeta es buena. Sin embargo, la insinuación de que una mujer joven no puede darse el lujo de irse de vacaciones frecuentemente a no ser por el hombre rico que la acompaña, es desagradable. Una prueba más de que seguimos viviendo en un país machista, por muy citadinos que seamos.

(Ayer en una fiesta me tocó ver un episodio similar: un joven de 23 años, dándose el lujo, pero un lujo muy irrespetuoso, de abrazar a una amiga mía, "arrimándola" hacia sí mismo, y diciendo en voz fuerte, para que todos escucháramos: "¡ay! si no tuviera novia... con Mariquita (aquí omito el nombre de mi amiga) me quedaba". ¡qué actitud más asquerosa! sobre todo cuando el susodicho no tiene la confianza necesaria para hacer eso... qué falta de respeto, y qué muestra de hombría nos dio al declarar su amor por "otra vieja" además de la suya (¿qué? ¿es de su propiedad la otra?). No cabe duda que no nos libramos de los vicios antiguos...)